Escrito por el investigador del Departamento de Ingeniería Eléctrica y académico de la Facultad de Administración y Economía, Emiliano Fucks, para el Diario Estrategia.
El índice de precios al consumidor (IPC) anotó en marzo una variación de 0.4%. La primera lectura importante de realizar, es que el valor está por debajo de las expectativas de los agentes económicos (que proyectaban un 0.6%). ¿Por qué es bueno que sea menor? En primera instancia, la respuesta más obvia tiene que ver con la pérdida de poder adquisitivo que ocurre cuando los precios suben. Si estos suben menos de lo esperado, entonces el dinero pierde poder adquisitivo a una velocidad menor, lo cual siempre será beneficioso para la población.
Por otro lado, también es una buena noticia para el ciudadano de a pie, esto debido a que dentro de los componentes que explican este incremento, menor de lo esperado, está el hecho de que el componente alimentos y bebidas no alcohólicas registró una disminución de aproximadamente 1 punto porcentual (0.9%). Varios de los ítems que registran una incidencia negativa en este componente son parte de la canasta básica. Y es dicha canasta básica la que determina, por ejemplo, la línea de ingresos que determina estar (o no) en condición de vulnerabilidad económica o pobreza. Por lo tanto, que los alimentos registren disminuciones, ayuda a hacer más accesible el sustento y alimentación de miles de familias.
Por otro lado, también es una buena señal, considerando también la última medición (febrero) del IMACEC. Recordemos que la semana pasada se supo que el IMACEC de febrero 2024, comparado con el mismo mes del año anterior, fue de un 4.5% más alto, y un 0.8% en comparación al mes precedente. Este indicador muestra una gran recuperación de la actividad económica durante el verano recién pasado (0.2% enero, 0.8% febrero). No obstante, cuando la economía aumenta su producción; esto también genera presiones sobre los precios de la economía. Por lo tanto, tener la noticia de que en marzo los precios subieron por debajo de lo esperado, indica que estas presiones inflacionarias no han sido tan fuertes, o han tenido un impacto amortiguado.
Sin embargo, hay que tener cuidado con los pensamientos dionisiacos, o escuchar cantar a las sirenas. Es menester recordar que las cifras analizadas sólo corresponden a un mes, y pueden tener un efecto transitorio, más no permanente. En términos inflacionarios, ya tenemos un panorama más tranquilo, pero que según indican las estimaciones, se demorará un poco más en llegar a los niveles esperados. La gran noticia económica de las últimas semanas viene de la mano de un alza en la proyección de crecimiento para este año 2024.
Sin embargo, y a modo de finalización, es importante poner atención sobre el panorama de la inversión. Las proyecciones indican que este año la inversión total de la economía decaerá en un 2%. Más allá de las proyecciones positivas de crecimiento en el corto plazo ya mencionadas, que la inversión baje en dicha magnitud, compromete seriamente la capacidad de crear capital acumulado, motor del crecimiento económico para el largo plazo.
De esta manera, el país se acerca a producir este año de acuerdo a su potencial de largo plazo. La pregunta relevante, para las autoridades y policymakers es entonces ¿cómo hacer que la economía despegue y aumente este potencial de crecimiento? ¿qué reformas se necesitan para elevar la productividad? ¿cómo podemos atraer nueva y más inversión?, en síntesis, queda al pendiente el debate sobre las políticas que podrían mover la aguja en materia de crecimiento económico.