Durante las últimas semanas el sector eléctrico ha estado viviendo una polemica pública que ha generado gran revuelo en todos los actores de este segmento tan difícil de comprender. Para aportar a la discusión y lograr explicar el problema en términos sencillos recurriré a una analogía con el tan vaalorado mercado de paltas, tal como lo hizo hace un año atrás mi colega Carlos Suazo con los tomates.
Supongamos que un productor de paltas tiene sus plantaciones en la zona de La Ligua y, debido al éxito de su producto en el mercado cercano a la zona geográfica donde lo produce y vende, ha decidido expandir su negocio en busca de nuevos clientes. En este contexto, ha decidido llevar su producto a Puerto Montt, para lo cual firmó contratos condistribuidores de paltas de la zona sur y con un tercero para que transporte su producto hasta esta zona del país.
Dado que este fruto se produce y cosecha sólo en ciertos períodos del año, los costos de transporte han encarecido el traslado hasta Puerto Montt: la instalación de nuevos peajes, el alza de los combustibles, la necesidad del transportista de comprar camiones nuevos, sistemas de refrigeración y otros elementos adicionales. Es importante considerar que todos los elementos anteriores representan parte del riesgo del negocio y que este último afecta a todos los que participan de la venta de productos y servicios.
En función de esto, el productor de paltas denuncia estar en una situación de insolvencia y que le resulta muy costoso cumplir los contratos firmados de manera voluntaria con los distribuidores de la zona sur del país. Debido a que lo anterior ha afectado a otros productores de paltas, varias empresas del rubro denuncian que tienen los mismos problemas por no poder cumplir los contratos firmados. Por lo tanto, este grupo de empresas está solicitando que los sobrecostos en que están incurriendo para llevar las paltas a Puerto Montt sean asumidos por todos los otros productores y distribuidores de frutas y verduras.
Es evidente que finalmente los sobrecostos serán traspasados a los usuarios finales de una u otra forma. El asunto de fondo es evaluar si es pertinente traspasar los sobrecostos de querer vender paltas en Puerto Montt en una estación del año donde no se produce en La Ligua y así dar cumplimiento a contratos voluntariamente firmados.
La racionalidad indica que no debiese ser de esa manera, puesto que nadie los obligó a especular con los costos de querer vender paltas en Puerto Montt. La conclusión de esta ilustración es que todos los participantes del mercado pueden vender sus productos en distintas zonas del país, pero ausmiendo de manera responsable el riesgo asociado entre el productor y el consumidor final.
Huberto Verdejo.
Académico USACh, Doctor en Ingeniería Eléctrica, Universidad de Chile, Chile.